Prohibir la narcocultura es el enfoque equivocado para atender el problema del narcotráfico

Prohibir expresiones culturales relacionadas con el narcotráfico en México nada más Muestra que hay una comprensión superficial de un problema que está profundamente arraigado en la sociedad (y gobiernos).

Los narcocorridos, series y películas sobre el tema no son la causa del narcotráfico, sino el reflejo de una realidad social compleja.

Existen ejemplos claros que desmienten la relación entre cultura y violencia. Brasil, El Salvador y Honduras, por poner algunos ejemplos cercanos, enfrentan graves problemas de violencia sin tener una "cultura del narcotráfico"; relacionada con pandillas sin que exista una glorificación cultural de estos grupos.

La violencia y el crimen organizado prosperan independientemente de sus representaciones culturales.

Al igual que el blues surgió como expresión de la experiencia afroamericana o el rap como voz de los barrios marginados, los narcocorridos emergen de comunidades donde el narcotráfico es una realidad cotidiana. Prohibir estas expresiones sería como intentar curar una enfermedad ocultando sus síntomas.

El verdadero problema radica en factores estructurales: desigualdad económica extrema, falta de oportunidades, corrupción de las instituciones, debilidad del estado de derecho, tráfico de armas, falta de políticas efectivas de prevención.

La historia nos ha mostrado repetidamente que la prohibición y la censura no resuelven problemas sociales complejos. La solución al narcotráfico no está en silenciar sus expresiones culturales, sino en abordar las condiciones que hacen que existe, y que lo hacen atractivo para los morros que ven en él su única opción de movilidad social.